Ser mujer y periodista en México

A día de hoy en México todavía existe cierta incertidumbre a la hora de ejercer el periodismo. Si a eso además se añade el hecho de ser mujer, el riesgo se duplica. Sin ir más lejos, entre los años 2012 y 2018 se registraron 448 casos de agresión hacia mujeres periodistas en México.

Así lo demostraba el informe Herencia de un sexenio: Simulación y Desplazamiento. Violencia contra mujeres periodistas 2012-2018, presentado en 2019 por Lucía Lagunes, periodista mexicana especializada en perspectiva del género y directora de la asociación Comunicación e Información de la Mujer. Esta investigación, centrada en el periodo de seis años, reveló que de las numerosas agresiones que se produjeron a mujeres periodistas, seis de los casos fueron feminicidios. Lo que significa que el número de asesinatos aumentó desde el sexenio anterior (2006-2012). Gran parte de las periodistas que fueron agredidas trataban temas políticos, sociales y realizaban investigaciones sobre la corrupción.

«El hecho de no mirar lo que ocurre con las mujeres periodistas genera una enorme vulnerabilidad. La invisibilidad de su trabajo provoca que las agresiones queden igualmente ocultas y poco se pueda hacer para revertir la situación», aseguraba Lagunes ante tal situación.

Uno de los casos más notorios fue el de la periodista Lydia Cacho, quien lleva años siendo vigilada por denunciar injusticias sociales y a quienes las llevan a cabo. En 2004 publicó Los demonios del Edén, un libro que trata sobre su investigación acerca de los abusos infantiles producidos en centros turísticos de México. Así, Cacho sacó a la luz todas las mafias que promovían este tipo de abusos y a los políticos que lo permitían.

Después de esta publicación fue arrestada de manera ilegal y torturada física y sexualmente durante veinte horas. Los policías que tenían órdenes de torturarla reiteraban que, si les denunciaba, la iban a matar y describían con todo tipo de detalles como sería su muerte. Después de este traumatizante episodio vinieron un sinfín de denuncias, persecuciones y amenazas hasta que a principios de 2019 el gobierno mexicano pidió una disculpa pública a la periodista por violar sus derechos humanos.

«Si las mujeres como yo nos hemos jugado hasta la vida por los derechos humanos, lo menos que puede hacer este país es proteger a sus periodistas», dijo Cacho tras escuchar la disculpa. «Nos dijeron que el periodismo era de hombres y que los derechos humanos eran una sensiblería. He perdonado a mis torturadores porque no permití jamás que colonizaran ni mi cuerpo, ni mi espíritu».

En los últimos años ha empezado a gestarse un periodismo crítico que de momento tiene poco protagonismo, pero que cada vez está adquiriendo más fuerza y visibilidad. Se trata, aun así, de una de las profesiones más peligrosas para ejercer, pero numerosas periodistas aseguran que cada día más medios están perdiendo el miedo y se está produciendo una importante toma de conciencia.

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