Las novelas adscritas a los géneros negro y policíaco no han sido, en España, demasiado prolíficas; tradicionalmente se ha considerado que no puede hablarse de una producción propia hasta la década de los setenta del siglo XX, lo que se observa en el panorama literario anterior a esa fecha son imitaciones y parodias de obras foráneas. La situación en los países latinoamericanos es semejante a la que se da en España: en México, la obra fundacional del género policíaco es El complot mongol, del escritor Rafael Bernal y se publicó en 1967.
La Revolución Industrial no se dio con la misma intensidad en los países de habla hispana y este hecho explica la ausencia de autores que se dedicaran al cultivo de estos géneros, que además, en el caso de España, producían cierto rechazo en la élite intelectual, se trataba de géneros populares, que solían publicarse en revistas o editarse en pulp, de mala calidad y a bajo coste; el concepto que se tenía de este tipo de literatura era el de literatura de quiosco, sin ningún interés formal.
Sin embargo, sí había interés por este género entre los lectores españoles y así lo demuestran las imitaciones de obras procedentes de Francia y Reino Unido, firmadas por sus autores con pseudónimos. Fue Emilia Pardo Bazán la primera autora canónica que no escondió su nombre cuando publicó La gota de sangre o Nubes de paso; la autora reflexiona en sus cuentos sobre los motivos que empujan a alguien a cometer un crimen, sobre cómo el contexto social puede condicionar a los individuos; su visión del delito está marcada por una fuerte impronta naturalista. Emilia Pardo Bazán se convirtió en 1911, fecha de publicación de La gota de sangre, en la primera mujer española que escribió novela de carácter criminal y en una de las precursoras del género.
En España, la consolidación del género se produce tras la Guerra Civil, la censura impidió cualquier tipo de literatura crítica y de reflexión social y por ello, también la proliferación de autores que se dedicaran a los géneros negro y policíaco; los vínculos con los demás países se rompieron y España se quedó sin referentes.
En cuanto a los países latinoamericanos, en el ámbito de la lengua hispana, los orígenes de esta corriente no quedan definidos con claridad; nuestra intención, al elegir esta selección de relatos extraídos de la obra de Laura Méndez de Cuenca, es la de llenar la ausencia de antecesores del género en los países hispano hablantes, su relato La venta del Chivo Prieto es anterior a los cuentos de Emilia Pardo Bazán por lo que se puede considerar a Laura Méndez de Cuenca pionera del relato criminal en lengua española, si bien su obra no puede adscribirse por completo al género policíaco ni al negro, porque carece de algunas de las características del primero y es anterior al segundo, contiene muchos de los ingredientes necesarios para la configuración de la literatura criminal: el interés por lo truculento y por los elementos propios de la literatura gótica y de terror.
Es por esto por lo que los relatos de Laura se acercan a los de Poe, sobre todo a aquellos en los que se mezclan el terror y el realismo (no es de extrañar que la influencia de la obra de este autor llegara hasta Méndez de Cuenca, reconocida lectora de Poe que había vivido durante ciertos periodos de su vida en California, por lo que estaba, sin duda, en contacto directo con la moda literaria de ese momento en Estados Unidos); se podrían definir como un prototipo de relato criminal en el que está presente la crítica social, caracterizado por el hecho de que los protagonistas matan movidos por pulsiones primarias, descubriéndose a sí mismos y ante los demás a través del crimen, hasta el que son guiados por sus peores impulsos.