Las lecturas de Laura Méndez

Nay, dearest, teach me how to hope,

or tell me how to die.

[No, querida, dame una esperanza

o dime cómo morir.]

Estos versos del poeta británico Alfred Tenysson aparecen en La confesión de Alma, relato incluido en la antología Cuentos criminales. Pertenecen al poema The Skipping Rope, que Tenysson escribió en 1836, pero que decidió no incluir en la mayoría de las colecciones de su obra que hizo en vida. Aun así, Laura Méndez de Cuenca, nieta de un pastelero de Ciudad de México, incluyó en uno de sus relatos dos versos de la versión original del poema. Porque Laura no fue solo una autora excepcional, también fue una lectora voraz.

Ya hemos comentado en otro post que sus principales esfuerzos como escritora los dedicó Laura a la poesía. Sin duda, la poesía fue su gran pasión también como lectora, e incluso se atrevió a traducir como aficionada algunas obras destacadas.

Sabemos que conocía la obra del poeta italiano Giousè Carducci, premio Nobel de literatura en 1906 y contemporáneo de la autora de Cuentos criminales. También mostró interés por la poesía del Romanticismo: conoció y se atrevió a traducir algunos poemas de Lord Byron. Además, una gran aficionada a viajar como Laura no perdió la oportunidad de acercarse a los diarios de viaje que escribió el poeta alemán Heinrich Heine. Pío Baroja dijo de esta obra del último poeta del Romanticismo que no le había gustado tanto como creía que le iba a gustar; suponemos que nuestra autora no compartía esta opinión del autor de El árbol de la ciencia.

Además de la poesía que le era más cercana en el tiempo y que sin duda conoció a lo largo de sus muchos viajes por el mundo; Laura Méndez de Cuenca se acercó también a unas obras lejanas en tiempo y en espacio de esta autora mexicana. Por ejemplo, no temió enfrentarse a la lectura de clásicos latinos como Horacio y Ovidio. De nuevo en este caso, se atrevió con alguna que otra traducción, como el Rectius vives de Horacio. También ocupó su tiempo la lectura de Kalidasa, destacado poeta indio del siglo VI. Aunque nuestra autora tenía una gran facilidad para los idiomas, las epopeyas de este poeta hindú le llegaron a través de traducciones.

Por supuesto, no podemos dejar fuera de esta lista de autores que impresionaron a Laura Méndez de Cuenca a Edgar Allan Poe. En este post os contamos las semejanzas e influencias que puede tener la obra del autor estadounidense sobre los relatos que componen Cuentos criminales. Pero Poe fue, como Laura, un gran poeta además de un excelente narrador. Las estancias en EE. UU. de la autora mexicana le proporcionaron muchos conocimientos de la lengua y la literatura inglesa, y se acercó a la obra poética de Poe, y por supuesto también tradujo alguna obra a su lengua materna. Sabemos que que Laura realizó una traducción de Annabel Lee, el afamado último poema de este autor y que inspiró la obra La bella Annabel Lee, del premio Nobel japonés Kenzaburo Oe. Sin duda la poesía de Edgar Allan Poe fue uno de los placeres de nuestra autora.

Si quieres ser escritor, lo primero es hacer dos cosas: leer mucho y escribir mucho. Este es uno de los principales consejos que Stephen King da en su libro Mientras escribo, y Laura Méndez de Cuenca es un buen ejemplo de ello. A su prolífica labor como narradora, cronista y poeta; se sumó una excelente biblioteca, plagada de obras en varios idiomas y en la que había espacio para traducciones realizadas por ella misma, en la que tenía un lugar muy especial su gran pasión: la poesía.

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